La siguiente historia demuestra que hay que cerciorarse de las direcciones de correo electrónico antes de enviar uno, para evitar malos entendidos o males mayores.Un hombre dejó las nevadas calles de Chicago para pasar unas felices vacaciones en la soleada Florida.
Su esposa estaba en viaje de negocios y habían planeado encontrarse en Miami al día siguiente.
Cuando el hombre llegó al hotel, después de haber pasado el día en la playa bajo los cocoteros y harto de refrescos tropicales, decidió enviar a su mujer un e-mail para contarle las maravillas del lugar.
Como no encontró el papelito donde tenía apuntada la dirección, se arriesgó a tirar de memoria y rezar para que fuera correcto.