He de admitir que el género musical no es de mis preferidos, aunque sin duda ha habido excepciones con las que reconozco haber disfrutado al máximo (como el remake de Hairspray, con algunas canciones que sigo tarareando 10 años después) Aún así el hecho de que se corte el relato de una cinta para introducir un número musical no siempre me ha convencido (quizás por el abuso que de ello ha hecho la Disney, de cara en muchos casos tan solo para ganar más con la consabida banda sonora) pero decidí darle un voto de confianza a La La Land porque si tantos méritos le había visto todo el mundo, tenía curiosidad por verla (recordemos que todo apunta a que triunfará en los próximos Oscars después de haberlo hecho en los Globos de Oro llevándose siete) Pese a ello uno también se la juega porque muchas veces algunos productos enaltecidos por la crítica han resultado luego no ser para tanto bombo, y aunque en mi caso no he visto los títulos previos del director, si tuve confianza en sus dos protagonistas: Emma Stone (Gwen Stacy en los dos The Amazing Spiderman o hija de Michael Keaton en Birdman) y Ryan Gosling (notable en el duo que hizo hace unos meses con Russell Crowe en la también recomendable Dos buenos tipos)
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Underworld (5): Guerras de sangre
La primera entrega de la saga Underworld no la ví hasta su estreno televisivo, porque en su momento pensé que no merecía la pena de ir a verla al cine, pero tras ello me dí cuenta de mi error, por lo que la secuela si la ví en la gran pantalla. Lo mejor que se puede decir de esa continuación es que era coherente con lo anterior, aunque tampoco ninguna maravilla, lo que luego dejó evidente la posterior entrega, una precuela bastante olvidable. La protagonista de las dos primeras (Kate Beckinsale) no estuvo en la tercera, pero como esta ha sido la saga más rentable donde ha participado (lo cual ya sé que no es decir mucho) volvió para la cuarta, siendo el verla a ella en un ceñido traje de cuero casi la única justificación para perder el tiempo con aquella película indigna de llegar a salas de cine.
El mejor aliciente que tiene este nuevo episodio en la saga es que al inicio te hacen un resumen en breves momentos de todas las películas anteriores (bueno, menos la precuela, que se ve que esa no cuenta) lo que la acerca aún más a ese parecido de serial que he citado. A partir de ahi no hay nada más que una repetición de lo ya visto antes, sin novedades dignas de mención y más bien mostrando a las claras las carencias de una franquicia que ya no da para más. Aún así no sería de extrañar que quisieran alargar aún más la cuerda porque el barato presupuesto de estas películas (esta en particular apenas 35 millones de dólares) hace que sea una inversión facil de amortizar a menos que hubiera un descalabro total en todo el mundo.
La autopsia de Jane Doe
El género del terror es uno de los más trillados y lo mismo que ocurre con otros (como el western), las novedades brillan por su ausencia, por lo que todo depende de como sus responsables desarrollen unos elementos más o menos previsibles (a lo que no ayuda la proliferación de avances de todo tipo previos al estreno de cualquier film, que casi podriamos decir que te adelantan lo más sustancioso) Es por eso que desde hace ya varios meses no veo (al menos no completo) muchos de los trailers de próximos estrenos, para así disfrutar (o no) de manera genuina cuando me enfrente a cada nuevo título en cuestión, lo más libre posible de expectativas previas que pueden quedar satisfechas… o no (en cuestión de gustos la cosa ya depende de cada cual)
En el caso que nos ocupa tengo que admitir que no había visto ningún tipo de avance, por lo que no sabía mucho más allá de lo que el propio título ya nos cita (lo que me llevó a recordar a la televisiva franquicia de CSI, que acostumbró a muchos telespectadores a ver las salas de autopsias por dentro, siendo ahora algo más usual) Tampoco mentiré si admito que a priori no me parecía algo muy interesante como para centrar en ello todo el film, pero como siempre he agradecido más el terror sugerido que el específico, por ser más escalofriante “suponer” que “saber”, decidí darle una oportunidad bajo esa premisa (sumado a que en el pasado Festival de Sitges de 2016 ganó el premio especial del jurado, con lo cual algo le habrían visto para ello)
Train to Busan
Es algo inherente a las modas que si algo tiene éxito, será exprimido de todas las maneras posibles para sacar hasta el último beneficio (no creo que sean necesarios ejemplos porque hay evidente multitud de ellos si nos atenemos tan solo al cine) En el género del terror es donde son más evidentes, ya que en pasadas décadas muchos han sido los títulos con infinidad de secuelas de calidad paulatinamente inferior que reiteraban una y otra vez sobre los mismos conceptos (siendo los asesinos en serie los que creo que se llevaban la palma) Ahora mismo ese caso sucedería con los zombis, que de unos años a esta parte se han hecho presentes en multitud de títulos: The walking dead, Rec, Zombieland, Resident Evil, Guerra Mundial Z y tantas otras que han surgido a raiz de estas, a lo que sumar las mismas secuelas que hay de algunas de las mencionadas.
Al final da la sensación de agotamiento, pasando una cosa similar como con los vampiros (de los que ya se ha escrito, visto, rodado y leido tanto que ya la novedad brilla por su ausencia) por lo que la primera impresión de cualquier proyecto es que tampoco vaya a ser muy innovador, porque ya hay tantos ejemplos de apocalipsis con muertos vivientes como para parar un tren. Pero aunque no pretendía ser irónico con mi comentario (¿o quizás si?) mira tú por donde que ha sido un tren con zombis una de las mayores sorpresas que me he llevado en este género ya tan manido, aunque en el fondo tampoco invente nada que no se hubiera visto antes.
Assassin’s Creed
Una de las películas que menos me gustó del año pasado fue el Macbeth de Justin Kurzel, con Michael Fassbender y Marion Cotillard como su duo protagonista. Creo que fue toda una cura para el insomnio, por lo que tenía curiosidad de si el siguiente proyecto de su trio principal (el director y los dos actores citados) podría mejorar el resultado, aunque fuera en una película más comercial, como ocurre en el presente caso. Pero va a ser que no.
Muchas veces he citado que una buena adaptación debería ser aquella en la que luego su espectador muestre curiosidad e interés por la base que han tomado los responsables de la misma. El ejemplo más evidente lo tengo en el Spiderman de Sam Raimi, que aunque dista de ser una obra maestra si es una excelente adaptación que logró que me animará e interesara por el personaje en particular y los comics en general. Las adaptaciones de videojuegos deberían funcionar igual, pero yo no sé si influye que no soy consumidor de ellos (es un mundo que no me llama la atención, apenas habré jugado alguna partida esporádica al Tetris o a alguna versión de Supermario) que lo que muchos celebraron al acabar con aplausos en la sala donde estaba (lo que me sorprendió), yo lo veía con progresiva indiferencia.