Entre machacas y becarios

El corredor del laberinto: La cura mortal

En la continua búsqueda de nuevas modas que atraigan al público a las salas de cine, hace unos pocos años surgió la de las distopias juveniles basadas en novelas, cuyo ejemplo más emblemático sería Los juegos del hambre, que se materializó en cuatro películas (aunque fuera una trilogia literaria la última entrega, Sinsajo, se dividió en dos films, con la evidente búsqueda de hacer la jugada más rentable) A raiz de su gran éxito se llevó a cabo la saga Divergente, pero esta con peor suerte en la taquilla de forma que su culminación se supone que será en una serie de televisión (si es que al final llega a materializarse) Sin contar otras que se quedaron por el camino (como La quinta ola) la siguiente en un estilo más o menos similar sería El corredor del laberinto, que estrenó una primera entrega entretenida y una segunda ya no tanto.

En un principio los responsables de esta película fueron más sinceros que la de Los juegos del hambre, y decidieron NO dividir la entrega final en dos partes (algo que les honra) esperando poder estrenarla a inicios del 2017, pero se encontraron con que durante el rodaje de La cura mortal su joven protagonista Dylan O’Brien tuvo una problemática lesión que paró el rodaje durante varios meses, y provocó que su fecha de estreno fuera un año más tarde de lo previsto. Es justo indicar que las novelas en las cuales se basa esta trilogia no me las he llegado a leer, lo que me beneficia de cara a las relativas “sorpresas” que se esconden aqui (más que nada quien vive y/o muere) pero en todo momento es palpable que la moda de las distopias juveniles ya no da más de si.

Admito que el tiempo transcurrido me había hecho olvidar un poco de que iba la historia, pero aunque en ningún momento hay un recordatorio para nuevos espectadores (la saga va a lo que va, que en este caso es cerrar el chiringuito) admito que se me hicieron MODERADAMENTE entretenidos sus 142 minutos de metraje, ya que en el fondo es una historia sencilla de la que, como he indicado antes, ya hemos visto por donde circula y lo que se puede esperar de ella. De hecho ese elemento zombi que ya se vió en la entrega previa es justo el que menos sorpresas aporta, porque desde que triunfó tanto el comic como la serie The walking dead hemos visto y/o leido todo tipo de variantes de futuros postapocalípticos donde un virus había diezmado a la humanidad, y como unos supervivientes intentan superarlo. Aunque no se abuse aqui de ellos hay que reconocer que poco asombran ya los “raros” vistos en esta franquicia, que sería el nombre que reciben estos zombis, o más bien infectados, veloces como los vistos en otros ejemplos que pueden ir de 28 días después a Guerra Mundial Z.

Siguiendo con las semejanzas se podría decir que la organización Cruel sería “prima-hermana” de la corporación Umbrella de otra famosa saga de muertos vivientes (Resident Evil) si bien mientras en la cansina franquicia protagonizada por Milla Jovovich tan solo venía a ser la causa de la pandemia, aqui se justificaría por ser la que busca la solución, planteando (que no resolviendo) la duda moral de hasta que punto es justificable la explotación de unos pocos para el relativo beneficio de muchos, ya que se supone que los jóvenes que estaban en el laberinto donde se inició todo son inmunes a ese virus mortal. En cuanto al reparto digamos que actuan con corrección para lo que se les pide, sin destacar ninguno de forma especial, si bien el tiempo transcurrido ha permitido a una de ellas meterse en otra extensa franquicia (Kaya Scodelario ha estado en la más reciente entrega de Piratas del Caribe), mientras que el supuesto protagonista de esta trilogia, a cargo del citado antes Dylan O’Brien, sigue careciendo aqui de ese carisma que si logró Jennifer Lawrence en Los juegos del hambre.

Ante todo lo citado hasta ahora se podría admitir que la calidad de la presente cinta estaría en esa difusa frontera entre el “aprobado justo” o el “regular” (porque sería injusto catalogarla de mala, hay sin duda films mucho peores) Pero si al final me decanto por lo primero, lo que para hacernos una idea equivaldría a un 5 sobre 10, es sobretodo por la solvencia con la que Wes Ball (director de todas las entregas de esta trilogia) solventa las abundantes escenas de acción que se reparten en sus 142 minutos, logrando una sucesión de momentos que podrían estar a medio camino entre sagas como Mad Max y Fast and furious, algo que ya resulta evidente en la que da inicio a esta película, con un asalto a un tren llevado a cabo con una planificación ejemplar (otra cosa sería su justificación) Es cierto que si le quitas ese ritmo tan trepidante lo que queda no es que de para mucho, pero sin mayores expectativas que las que tuvieron las entregas previas, esta tercera entrega de El corredor del laberinto cierra el chiringuito de esta saga de manera coherente con lo que se había planteado.

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