Ahora que llega el momento de ir a la playa y a la piscina, también llega el momento de pasar esos ratos leyendo, y aquí os voy a ir dejando mis impresiones sobre un buen porrón de libros.Casi todo lo que recuerdo de cuando era pequeña tiene que ver con libros, siempre los he “devorado”, no me imagino la vida sin ellos, y, por suerte, en mi trabajo puedo leer mogollón. Sin más, empiezo a hablar del libro, que me enrollo y no me paráis jejeje.
‘El Ocho’, anterior obra de la susodicha escritora, me gustó mucho, y mira que cuando un libro emociona a tanta gente y todos te lo recomiendan me suele dar mala espina, pero este me enganchó, y creo que tenía una estupenda combinación entre acción, misticismo, historia, intriga y algún toque de romanticismo.
Diez años más tarde, Neville nos brindó su siguiente entrega, una nueva novela en la línea de la anterior: secretos milenarios, malos que quieren apoderarse de ellos y una jóven intrépida que se encargará de descubrir todo el pastel y evitar ciertas catástrofes que podrían afectar a toda la humanidad. ¿La diferencia principal entre ambos? Pues que la ligereza de lectura del primero en el segundo se convierte en una densidad digna de comparar aceite o agua con mercurio.
Es que no hay por donde cogerlo. La escritora tardó varios años en escribir esta tercera novela (si no me equivoco este libro es de 1998, ‘El Ocho’ de 1988 y su segundo libro, ‘Un Riesgo calculado’ de 1994). Y no me extraña. Lo único que puedo admirar de esta mujer en cuanto a ‘El Círculo Mágico’ es la panzada que debió darse de buscar información de geografía antigua y moderna, historia, costumbre y vida de viejas civilizaciones, amén de buscarse nombres y nombres para multitud de personajes (esto último se las trae, ahora lo explicaré). La admiro por su labor investigativa, sí, pero no es lógico que quiera ser la más lista de todos, la que más sabe de todo y nos meta una cantidad de datos tan difícil de asimilar que en cuanto nos perdamos es muy difícil coger el hilo de nuevo, a menos que no sea demasiado tarde como para empezarlo de nuevo. Y mi voluntad no llegó a tanto…
La protagonista es tan valiente, tan inteligente, tan buena, tan, tan… tan parecida a la de ‘El ocho’ que solo una fuerte espontaneidad en su carácter salva el personaje de ser un auténtico clón del otro. En el argumento del libro, cuyo desarrollo transcurre dando saltos temporales entre finales de los 80 (donde vive la protagonista) y otras épocas, como la de Jesucristo o la pre-segunda guerra mundial, esta chica, una experta nuclear, recibe la noticia de que un familiar suyo ha fallecido asesinado y unos documentos le han sido legados en herencia. Documentos que debe recoger y que al parecer son tan importantes como para que su vida esté en peligro, no en vano recogen unos textos rúnicos o algo parecido en el que se pueden descifrar claves importantes sobre todas las religiones y creencias de la historia, además de poder descubrir ciertas claves relacionadas con la astrología y astronomía que indican cuando sucederán guerras o catástrofes varias en el futuro (si es que lo poco que entendí de la novela lo hice bien, claro está). A partir de ahí comienza una exhaustiva investigación que formará parte de casi todo el tocho que supone el libro.
Pues sí, con este argumento tan parecido al de ‘El Ocho’ (si a uno le gusta ese libro, como a mi, repito, no importa que sea tan similar, incluso es lógico que me atrayese ‘El Círculo Mágico’) uno se lee las 100 primeras páginas con un enganche medianamente coherente para lo que es este tipo de historias. Pero luego el libro da un salto temporal para acercarnos a la época de Jesucristo, los romanos etcétera (todo ese brinco en el tiempo sirve para que la historia vaya cuajando en diferentes épocas, ya se sabe). Y a partir de ahí es cuando el lector empieza a ser bombardeado con montón y montón de información que hace que dude si esto es una novela o un ensayo o un libro de historia.
Para colmo, toda la trama se basa en una complejísima red de tejemanejes entre las complicadas relaciones que existen en la familia de la protagonista, que fácilmente podría hacer enrojecer a cualquier culebrón de la tele que se precie. Algo que no ayuda precisamente a coger el interés ya perdido por el aburrimiento de tener que leer tanta explicación histórica y tanta morralla.
Un best-seller debe combinar muchos elementos y técnicas novelísticas para que se merezca llamar best-seller (superventas, libro que gusta a la gente por ser fácil de leer, así lo entiendo yo). Este, desde luego, reduce a casi cero la acción y la intriga que pude disfrutar con ‘El ocho’, solo nos dice cómo la muchacha descubre nuevas revelaciones sobre los manuscritos y cómo su diversificada familia está en el ajo y la miente constantemente, todo ello entremezclado con muchas y aburridas disertaciones y todo el meollo que ya he comentado. Aunque la forma de escribir y la prosa de Neville sea bastante sencillita (casi simplona diría yo), el fondo del asunto está tan embarullado que resulta muy agónico querer acabar el libro cuando antes, a pesar de no haber llegado ni a la mitad (¡aunque sea porque se le caen las páginas, por favor!).
Duro, muy duro es estar leyendo la novela y ser consciente de que debería empezarla de nuevo, porque de otro modo no me iba a enterar del resto de la historia. Y peor aún es tener la certeza de que, aunque estuviera siendo de los coñazos más grandes que me haya podido tragar, esa costumbre mía de acabar todo lo que empiezo me hiciese pensar: “Pero ya llevas bastante, es tarde para empezar de nuevo, dale la oportunidad de mejorar…”, cosa que, evidentemente, no sucedió.
Quizá no le presté a tiempo toda la atención que debía y la cosa no sea tan compleja, si alguien cree eso que me lo diga, pero no me merece la pena comprobar si es mejor de lo que creo, leerlo de nuevo es demasiado tiempo invertido. Ni en broma, vamos.
Me temo que ‘El Círculo Mágico’ se abrirá para acoger el polvo y las telarañas de algún rincón olvidado de mi casa.