Entre machacas y becarios

El puente de los espias

Nuevo proyecto en común de Steven Spielberg como director y Tom Hanks de protagonista, después de que ambos ya coincidieran en las mismas funciones en títulos como Atrápame si puedes, La terminal y sobretodo Salvar al soldado Ryan (que le valió a Spielberg ganar su segundo Oscar como mejor director, tras el que consiguió por La lista de Schindler)

Con la clara intención de ser apreciada para la próxima temporada de premios, su paso por la taquilla ha sido discreto (no estamos sin duda ante el Spielberg más comercial, sino más bien ante el más personal), si bien de momento ya cubre su presupuesto de 40 millones de dólares. Pese a todo es indudable el afirmar que estamos ante una película de ritmo clásico y de narración muy fluida, en la que Spielberg nos vuelve a demostrar por qué (cuando quiere) sigue siendo uno de los mejores directores que tenemos en activo.

Este título respira clasicismo por todos sus poros, y su ambientación de dicho periodo histórico resulta muy acertada (sobretodo cuando la acción se traslada a Alemania) beneficiada por detalles como un buen guión (por parte de los hermanos Coen) y unas acertadas banda sonora (de Thomas Newman) y fotografía (de Janusz Kaminski, un habitual en la filmografía de Spielberg), consiguiendo que la enésima historia sobre la Guerra Fría (un conflicto histórico visto ya hasta la saciedad) sea una película disfrutable para el espectador actual.

Asimismo el director no cae en el patriotismo gratuito que una historia así podía mostrar, centrándose en la parte más humana de la misma, para lo que siempre va bien contar con los servicios de un actor como Tom Hanks (que suele conseguir esa imagen de nobleza e integridad, de un héroe capaz de enfrentarse a todos en pos de lo que cree justo) Eso si, el mejor personaje no sería el suyo, sino el supuesto espia soviético al que da vida Mark Rylance, que espero que sea valorado en su justa medida en la próxima temporada de premios, ya que su trabajo resulta sin duda soberbio.

Aún así si que se le puede achacar a El puente de los espias de caer en cierta simplicidad a la hora de hacer la diferencia entre buenos y malos, lo cual queda evidente en el trato que recibe cada uno de los presos en su respectiva carcel (los americanos tratan bien al suyo mientras que los rusos se muestran más bruscos) También se le puede echar en cara una moderada sensiblería a la hora de reflejar la heróica labor de su héroe (el personaje de Hanks) intentando hacer lo correcto y justo (un doble canje de prisioneros), pese a que le indican que se centre en lo que se estipuló en origen.

Ese idealismo que destila su vulnerable protagonista puede restarle algo de credibilidad (parece un heredero de los héroes clásicos como James Stewart, algo hoy en día un tanto obsoleto), si bien se puede entender como una visión de los valores morales que Spielberg cree que no se tendrian que perder. En resumidas cuentas, sin tener la crudeza de La lista de Schindler (puede que el mejor film digamos “serio” de su director) este título si nos sirve como digno heredero de ese clasicismo que en la actualidad está en vias de extinción (si acaso Clint Eastwood sería otro director de la vieja escuela que aún lo practica) y confirma a su responsable con la merecida fama y valoración lograda con su trabajo en las últimas décadas.

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