Entre machacas y becarios

La ciudad de las estrellas (La La Land)

He de admitir que el género musical no es de mis preferidos, aunque sin duda ha habido excepciones con las que reconozco haber disfrutado al máximo (como el remake de Hairspray, con algunas canciones que sigo tarareando 10 años después) Aún así el hecho de que se corte el relato de una cinta para introducir un número musical no siempre me ha convencido (quizás por el abuso que de ello ha hecho la Disney, de cara en muchos casos tan solo para ganar más con la consabida banda sonora) pero decidí darle un voto de confianza a La La Land porque si tantos méritos le había visto todo el mundo, tenía curiosidad por verla (recordemos que todo apunta a que triunfará en los próximos Oscars después de haberlo hecho en los Globos de Oro llevándose siete) Pese a ello uno también se la juega porque muchas veces algunos productos enaltecidos por la crítica han resultado luego no ser para tanto bombo, y aunque en mi caso no he visto los títulos previos del director, si tuve confianza en sus dos protagonistas: Emma Stone (Gwen Stacy en los dos The Amazing Spiderman o hija de Michael Keaton en Birdman) y Ryan Gosling (notable en el duo que hizo hace unos meses con Russell Crowe en la también recomendable Dos buenos tipos)

Para saber en que punto en concreto se vieron por primera vez los dos principales personajes, la película da inicio con un número musical en un atasco en la carretera del que nadie podrá negar que insufla energia y vitalidad desde el primer momento. A partir de ahi nos los presentan a ambos: primero ella, una camarera que se presenta sin éxito a todas las audiciones que puede para llegar a ser actriz; y luego él, defensor a ultranza del jazz más clásico cuyo sueño sería poder abrir un club donde tuviera cabida un tipo de música agonizante en su vertiente más pura (como le dicen al protagonista en cierto momento del film) Esos deseos de ambos, esos sueños, serán los que centrarán los números musicales a cargo de los dos (y tampoco son tantos como pensaba) primero en la seducción y luego en la confirmación de ambos como pareja.

Con las notables interpretaciones tanto de Gosling como de Stone es muy raro que alguien no sienta una rápida empatía por ambos, por lo que enseguida nos importa lo que les pase y vivimos (y los acompañamos) en sus sueños como pareja y sus objetivos. Pero como el amor por muy hermoso que sea, no te soluciona la vida, tendrán que sobrellevar los golpes que les da la cruda realidad, lo cual sirve (en contraste) para destacar lo previo, en algunos casos heredero del género musical más clásico con el famoso Gene Kelly a la cabeza, gracias a unas coreografías organizadas con muy buen ojo por Mandy Moore, que enseguida nos arrastran a ese pasado en el que el musical vivió sus días de gloria (e incluso podriamos decir que su etapa más pura, equivalente a la pureza del jazz que defiende el protagonista)

El romance que se genera por tónica habitual en el musical suele tener, en la mayoría de ocasiones, un final feliz acorde a su planteamiento, por lo que algún despistado podría pensar que La La Land acaba con un final de cuento de hadas (acorde con algunas de las fantasías que la pareja ha compartido durante el metraje) siendo una relativa sorpresa ese cierto poso amargo que igual puede decepcionar a algunos espectadores, pero que no deja de ser coherente con la cruda realidad, en la que en ocasiones para conseguir lo que te propones tienes que perder lo que más quieres, aún conservando el cariño de lo que ello significó para ti. Pero no es lo único, porque este film también desprende ese amor hacia el cine en si mismo que me hizo recordar en esencia lo que también promovía The artist (allí con el mudo, aqui con el musical)

Sin duda alguna estamos ante una película que se merece las alabanzas que está teniendo pero, ¿hasta que punto? Cuando acababa de verla me dí cuenta de que este film no me deja ninguna canción memorable, como si me ocurrió con la arriba citada de Hairspray (o con Mamma Mia. O incluso si nos vamos a lo clásico con Cantando bajo la lluvia) Cuidado, porque con eso no quiero desvirtuar la calidad de todo el repertorio, que se mantiene uniforme y a un notable nivel, desprendiendo una gran vitalidad gracias al loable trabajo de Justin Hurwitz… pero no hay ninguna canción abanderada sobre el resto, lo que te deja (al menos a mi) sin esa melodía para que el recuerdo de esta película quede más vivido. Ello, unido a pequeños detalles a lo largo de su metraje, me hicieron evidente que no es la obra maestra que yo esperaba, pero sin duda alguna no le puedo negar que es una buena película.

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