Entre machacas y becarios

La gran muralla

Por muchos es sabido que desde hace ya unos cuantos años el cine de Hollywood tiene su mirada puesta en China, cuyo mercado ha salvado del fracaso a algún que otro título (caso de, por ejemplo, Warcraft: El origen) Por encima de que sean mejores o peores (eso va al gusto de cada uno) hay muchas de estas películas en las que se gastan increibles fortunas, por lo que resulta comprensible que busquen la  rentabilidad final del producto (ya digo, sin tener nada que ver que luego sea mejor o peor) por lo que el mercado chino es uno de los más apetecibles por su alto potencial en los resultados de la taquilla mundial.

La gran muralla es una evidente coproducción entre China y Estados Unidos para contentar a los primeros pero con detalles de los segundos que les permitan hacer un producto exportable a todos los mercados, los cuales podrían resumirse en tener al frente del reparto a un actor como Matt Damon para así llamar la atención del público (también andan por ahi Pedro Pascal y Willem Dafoe pero sus ¿personajes? no dejan de ser meras comparsas perfectamente prescindibles) en un espectáculo tan llamativo como artificioso que bien podría haber quedado en manos de directores de la calaña de Michael Bay o Roland Emmerich.

Zhang Yimou, el responsable de perpetrar el film que nos ocupa, realiza un trabajo visualmente muy espectacular pero del todo hueco, donde a una historia inverosimil (e incluso históricamente errónea e imprecisa) hay que sumar una sucesión de tópicos que la hacen predecible e incluso ridícula. Eso se hace bien evidente en la supuesta explicación de la existencia de la muralla: defenderse de unas hordas de bichos supuestamente alienígenas que vienen cada 60 años a arrasar todo lo que pillan por su paso (la pregunta lógica sería ¿y que hacen entre un ataque a otro? pero como tampoco interesa, es una cuestión que nunca tiene respuesta) Eso si, con un asedio a la gran muralla que intenta emular a las escenas de batalla de la franquicia de El Señor de los Anillos, estas criaturas que bien podrían venir de Mordor tienen el mismo handicap que los marcianos de Independence Day: una reina que los dirige a todos. Creo que a partir de ahi no hace falta ahondar en lo que previsiblemente ocurre…

De los actores, ¿que decir? el de Willem Dafoe es desde su mismo planteamiento totalmente incongruente: si los motivos que tenía para ir hasta China son los mismos que los del personaje de Matt Damon y su compañero de viajes… ¿para qué se espera tantos años, visto luego el giro argumental que hace en su huida? (por no hablar de la manera tan ridícula con la que se lo sacan de encima en el tramo final, dando aún más la sensación de que sobraba desde el principio) En cuanto al ¿mayor? atractivo que puede tener esta cinta en la taquilla, uno esperaría que el personaje de Damon, al representar ser un mercenario, heredara parte de la fiereza que el actor le ha otorgado a su clásico Jason Bourne, pero en lugar de eso encabeza la función con el mismo rostro pétreo con el que su amigo Ben Affleck está haciendo de Batman para DC (a lo que sumar la muy forzada tensión sexual con la generala de los ejércitos de la muralla, que logicamente no llegará a nada porque lo que aqui se vanagloria es la capacidad de sacrificio y el potencial militar de los chinos)

En resumidas cuentas digamos que La gran muralla sería como un plato de comida chino cocinado por un americano: la mezcla de ambas tendencias se hace llamativa a la vista pero a la que ahondas un poco te das cuenta de que nos estan vendiendo lo mismo de siempre. De momento el negocio les ha salido bien porque con un presupuesto de 150 millones de dólares ya lleva recaudados 225, de los que 170 son de China (según datos en el momento en que escribo estas líneas, y sin haberse estrenado aún en terreno americano) A su favor hay que admitir, aparte de su vistoso apartado visual, que no se dilata innecesariamente (aunque a los 40 de sus 104 minutos ya estaba yo mirando el reloj) pero lo que podía haber sido una entretenida película de aventuras de serie B, que es lo que más o menos parece en su tramo final, queda obstruido por un batiburrillo de pretensiones digitales enlazadas con un guión donde la lógica brilla por su ausencia y el ¿desarrollo? de los ¿personajes? resulta cargante.

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