El corredor del laberinto: La cura mortal
En la continua búsqueda de nuevas modas que atraigan al público a las salas de cine, hace unos pocos años surgió la de las distopias juveniles basadas en novelas, cuyo ejemplo más emblemático sería Los juegos del hambre, que se materializó en cuatro películas (aunque fuera una trilogia literaria la última entrega, Sinsajo, se dividió en dos films, con la evidente búsqueda de hacer la jugada más rentable) A raiz de su gran éxito se llevó a cabo la saga Divergente, pero esta con peor suerte en la taquilla de forma que su culminación se supone que será en una serie de televisión (si es que al final llega a materializarse) Sin contar otras que se quedaron por el camino (como La quinta ola) la siguiente en un estilo más o menos similar sería El corredor del laberinto, que estrenó una primera entrega entretenida y una segunda ya no tanto.
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El pasajero (The commuter)
Desde que triunfó hace una década con Venganza (Taken) la carrera de Liam Neeson le ha llevado a ser cabeza de cartel en multitud de títulos donde ejercía de maduro héroe de acción, de entre los cuales llama la atención su amigable relación con el director catalán Jaume Collet-Serra, que los ha llevado a que ambos hayan coincidido en Sin identidad, Non-Stop (sin escalas) y Una noche para sobrevivir, a la que se suma ahora esta El pasajero (The commuter) como su cuarta colaboración en común. Quien esté al tanto de la citada trayectoria de Neeson, que aqui vuelve a coincidir con el director con el que más ha trabajado en estos últimos años, no les causará asombro el hecho de encontrar en este caso un producto solvente orquestado para que se luzca su protagonista, que vendría a ser casi como uno de los trabajos previos de estos dos (Non-Stop) pero cambiando del escenario aéreo de un avión al de un tren suburbano.