Cuando M.Night Shyamalan vió el éxito que tuvo con El sexto sentido no sabía lo que se le venía encima, ya que muchos pretendieron que sus películas posteriores estuvieran fabricadas por el mismo esquema (incluyendo esa sorpresa final justo al final que nos hiciera replantear todo lo previo) Sin ningún título que lograra llegar a las cotas de su película de 1999 (aunque en España se estrenó a principios del 2000) su camino derivó entonces hacía una lista de consecutivos fracasos tanto de crítica como de taquilla (en algunos casos muy justificados) que hicieron dudar de si lo de este hombre había sido tan solo “flor de un día”, hasta que en el 2015 se reconcilió con espectadores y críticos con La visita (que, en el momento de escribir esta crítica, reconozco no haber visto, escarmentado como estaba de todo lo previo)
Le he dado una oportunidad con esta Múltiple y tengo que admitir que no es de sus peores trabajos, pero aún así me cuesta admitirlo como de los mejores, porque pese a que acudí a verla sabiendo lo mínimo, sus 117 minutos se me hicieron realmente dilatados, ya que el papel (o los papeles, si bien no son todos los que dicen ser) de James McAvoy se me hizo más irritante que inquietante y muchísimo más histriónico que neurótico, de tal manera que todo gira en relación a un personaje que en algunos momentos parece ser una variante de esos exagerados villanos de comic como por ejemplo el Joker (y esta comparación no cae en saco roto cuando llegamos al final)