Cuando al finalizar la película le dí una breve opinión sobre este film al compañero que tuve en este pase me contestó si acaso esperaba otra cosa de la tercera parte de una película sobre coches. ¿Otra cosa? Para ser sinceros hace tiempo hablar de Pixar era hablar de los dioses de la animación, aquellos que te podían hacer perfecto cualquier cosa que imaginaras, y encima con historias que eran del tono ingeniosas, sin recurrir (algo evidente en las secuelas) a las sensaciones transmitidas por los títulos previos. En su día admito que Cars me gustó bastante, pese a una historia tópica donde lo novedoso estaría en asistir a un esquema narrativo usual pero con coches como protagonistas. La cosa se torció en Cars 2, que fue para mi una decepción no por su apartado técnico (ahí volvieron a cumplir bien) sino por su absurdo homenaje a la saga Bond (otra que también tiene tópicos como para parar un tren) unido al hecho de darle más tiempo al personaje de Mate, la vetusta grua amiga del protagonista y que (seamos claros) es lo más irritante que ha habido desde el muy cansino Jar-Jar Binks de las precuelas de Star Wars.