Este pasado 15 de diciembre se estrenó por fin en cines Rogue One: Una historia de Star Wars, que es el primer spin-off de tan lucrativa franquicia, y que se supone que amplia el universo de la saga más allá de todo lo concerniente a la familia Skywalker (y conocidos) Todo el mundo conoce la trilogia original (episodios IV a VI) donde se pueden disfrutar algunos de los mejores momentos de la serie, así como las discutibles precuelas (episodios I a III) donde tan solo en el tramo final del tercero se conseguía un estilo similar al de los títulos inaugurales (con el nacimiento como tal del mítico Darth Vader)
Con la marca en manos de Disney el negocio se estirará hasta que no de más de si (que será cuando entonces vengan los remakes o reboots, y sino tiempo al tiempo…) por lo que ahora mismo tendremos un título de Star Wars al año, y si el pasado 2015 era El despertar de la fuerza (Episodio VII, y por lo tanto continuista en la línea argumental) este año tenemos un pequeño “paréntesis” (por denominarlo de alguna manera) con este spin-off, como preámbulo del Episodio VIII que nos llegará a finales del próximo año.