Del inmenso número de personajes que pueblan el universo Marvel hay algunos que nunca han gozado de un éxito estable, quedándose como secundarios con mayor o menor presencia. Uno de los que estaría en ese grupo sería el Doctor Extraño (ya que en los comics si se tradujo su apellido, aunque el subtítulo de este film también lo hace, no así el doblaje) que pese a ser uno de los clásicos (y con esto me refiero al hecho de ser obra de Stan Lee y Steve Ditko, el mismo duo que creo al mucho más popular Spider-Man) ha tenido una presencia irregular en las viñetas.
En mi opinión tengo que admitir que el Doctor Extraño siempre me ha parecido muy atractivo a nivel visual, aunque sus andanzas nunca han sido de mis preferidas, quizás por moverse (logicamente) por terrenos más mágicos y místicos, frente a otros superheroes de este universo cuyas habilidades giran más entre lo genético (caso de los mutantes de los X-Men), lo tecnológico (por ejemplo Iron Man) o lo urbano (como Daredevil o el antes citado Spider-Man) Pero para no agotar a los más populares (Iron Man y Capitán América ya tienen sus trilogias y Thor será el siguiente), y como los secundarios también pueden tener una oportunidad (como se demostró con acierto con Ant-Man), ahora ha llegado el turno del Hechicero Supremo de Marvel.
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