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La historia de cómo George W. Bush llegó a presidente y cómo se convirtió en el presidente peor valorado de la historia.

El 11-S cambió muchas cosas en Estados Unidos y en el mundo entero. Una de las cosas que se derrumbaron junto con las torres gemelas parece ser que fue la ácida crítica de Oliver Stone hacia el gobierno norteamericano.

Tras las duras denuncias de épocas de presidentes anteriores como JFK o Nixon, ahora Oliver Stone se ha atrevido con una película sobre un presidente americano mientras éste aún estaba gobernando. Desde luego, valor no le falta.

El problema es que la película no es todo lo irónica o cínica que cabría pensar viniendo de quien viene. George W. Bush no es presentado ni como un tirano ni como un idiota. Yo, sinceramente, me esperaba una película con mucha más mala uva. Stone parece domesticado y muestra a W. como un niño rico a la sombra de su padre y que no sirve realmente para nada. Pero no lo convierte en una caricatura ni acaba de reírse de él. Más que reírse de Bush, Stone hace una sutil crítica a un sistema y una clase política en la que alguien sin ningún mérito ni talento especial puede llegar a presidente si tiene los contactos necesarios.

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Stone no hace leña del árbol caído (quizás hubiera sido demasiado fácil). Puede que W. no haya destacado nunca en nada y que ser hijo de otro presidente le allanara el camino hasta la presidencia pero no toda la culpa es suya. Hay una nación que lo eligió como presidente, dos veces.

El estilo de Stone sigue estando latente: esos continuos saltos temporales, ese montaje endiablado, esos diálogos geniales y esa ironía marca de la casa aparecen en el film, si bien bastante rebajados de tono. La película se deja ver pero no fascina ni de lejos como otras biografías de Stone (Nixon, Alejandro) quizás porque el personaje esta vez no es tan fascinante o porque simplemente nos resulta demasiado cercano.

Nixon tuvo su Vietnam (y su Watergate) y aún hoy genera polémica y films sobre su gestión (El desafío, Frost contra Nixon). Pero Bush no creo que genere muchas películas más allá de las de Oliver Stone o Michael Moore (Fahrenheit 911). Al menos Nixon tuvo que dimitir, Bush se ha ido de rositas. Al menos, las guerras de Irak y Afganistán sí están generando películas interesantes (Hurt Locker).w-bush-dogs

Volviendo a la peli, Stone se toma su tiempo en mostrarnos los entresijos de la política exterior norteamericana y sus desastrosas consecuencias bajo el mandato de W. La importancia del petróleo queda patente en una de las estupendas escenas del gabinete de gobierno de Bush. Las extensas escenas de dicho gabinete me parecen de lo mejor de la película. En ningún momento se plantean los costes en vidas humanas. Bush hijo se nos presenta obsesionado por acabar con Saddam Hussein (algo que su padre tuvo al alcance de su mano y se negó) aunque hubiera otros países potencialmente mucho más peligrosos.

También ciertas anécdotas de la vida del presidente 43 son narrados de forma bastante franca (las novatadas universitarias, el incidente de la galleta, su alcoholismo, su fe) sin ensañarse con el personaje ni caer en el sarcasmo. Muchos aspectos polémicos de su mandato se han omitido deliveradamente. Lástima que el incidente del zapatazo en Afganistán se produjera después de estrenarse la peli, hubiera sido un gran final.

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Los actores están muy bien, ha predominado la interpretación frente al parecido físico. Josh Brolin compone un George W Bush muy creíble (nada caricaturesco), atormentado por no llegar a la altura de su padre y finalmente exultante al acabar con Saddam, aunque la alegría le durará poco. El resto del reparto está muy bien,yo destacaría a Ellen Burstyn como Barbara Bush, James Cromwell como George H. W. Bush, Richard Dreyfuss como Dick Cheney y Jeffrey Wright como Colin Powel. Me sorprendió la caracterización de Thandie Newton (Misión imposible 2, Rocknrolla) como Condoleezza Rice (apenas tiene frases de diálogo pero el maquillaje logra un parecido asombroso).

Un film valiente y bien hecho pero demasiado condescendiente.

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Réquiem por un sueño (Requiem for a dream, 2000)

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Todos estamos enganchados a algo, admitámoslo. Ya sean las pastillas, el café, las tragaperras, la consola, el chocolate, la Formula 1, el carajillo, el cine o los reality shows. Todos dependemos de algo. También todos tenemos sueños. Unos queremos perder peso, otros queremos más dinero, otros ansiamos un amor o salir en la tele. La sociedad que nos muestra Aronofsky está llena de gente infeliz que busca conseguir sus sueños. Lástima que los medios elegidos no sean los más acertados.

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