El tiempo no para: ya han pasado 25 años desde que se estrenó Parque Jurásico, el film de Steven Spielberg que adaptaba la obra homónima de Michael Crichton y que fue un impresionante éxito que propició un renovado interés por los dinosaurios. Contradictorio como en ocasiones soy, tengo que admitir que dicha película me gustó pero sin entusiasmo, debido a que como tenía reciente la lectura de la novela, su adaptación se me hizo demasiado simplificada. Al menos la primera secuela fue más consecuente, y precavido que iba me ofreció lo que yo esperaba, pero la tercera entrega bajó tanto el listón que dejó la franquicia parada hasta que en 2015 Jurassic World se convirtió en otro inesperado éxito, que es el que nos lleva hasta el presente film, una secuela con signo español al estar dirigida por Juan Antonio Bayona.
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Un monstruo viene a verme
Si uno se dejara llevar por las campañas de marketing de los films en los que participa Mediaset casi parecería que estamos ante absolutas obras maestras que hay que ver por obligación, sin depender de ello su calidad. Eso se hizo evidente en la anterior película de Juan Antonio Bayona (Lo imposible), publicitada hasta el exceso para que luego al final fuese un título correcto (y para de contar); y eso de nuevo se da con Un monstruo viene a verme, pero en este caso con una sensible diferencia: creo que estamos ante el mejor trabajo hasta el momento de su director, que realiza una adaptación modélica de la base literaria que toma en origen.
El libro homónimo de Patrick Ness tengo que admitir que me lo leí en dos ocasiones (lo cual es raro en mi), la primera cuando este film era tan solo un proyecto y la segunda en una edición con ilustraciones de Jim Kay (aunque a la venta creo que hay varias, también con motivo del estreno de esta película), ya que Un monstruo viene a verme se trata de una novela pequeña, de apenas unas 200 páginas, siendo de lectura ágil, entretenida, rápida, emotiva, cautivadora y disfrutable no solo para el público juvenil, sino que resulta propicia y adecuada para todo el mundo por las sabias reflexiones que plantea ante un trance, en el fondo, común para todos los mortales (algo que se traslada a la pantalla con gran fidelidad y notable acierto)