No resulta extraño en estos últimos tiempos que se estrenen supuestas secuelas, remakes o reboots que llegan a la cartelera muchos años (e incluso en algún caso décadas) más tarde del film inaugural. Ejemplos puede haber muchos, aunque uno de los más recientes que tenemos es el de Blade Runner 2049: una secuela que vió la luz nada menos que 35 años después de la original. Atreverse, cuando ha transcurrido una cantidad de tiempo razonable, con un título considerado más o menos emblemático suele comportar un alto riesgo (y si no que se le digan a los responsables de la versión femenina de Cazafantasmas estrenada el pasado 2016, siendo un título entretenido pero que no se libró de un duro castigo en la taquilla debido justamente a lo emblemático del film original, sobretodo gracias a la química entre su reparto)