La primera entrega de la saga Underworld no la ví hasta su estreno televisivo, porque en su momento pensé que no merecía la pena de ir a verla al cine, pero tras ello me dí cuenta de mi error, por lo que la secuela si la ví en la gran pantalla. Lo mejor que se puede decir de esa continuación es que era coherente con lo anterior, aunque tampoco ninguna maravilla, lo que luego dejó evidente la posterior entrega, una precuela bastante olvidable. La protagonista de las dos primeras (Kate Beckinsale) no estuvo en la tercera, pero como esta ha sido la saga más rentable donde ha participado (lo cual ya sé que no es decir mucho) volvió para la cuarta, siendo el verla a ella en un ceñido traje de cuero casi la única justificación para perder el tiempo con aquella película indigna de llegar a salas de cine.
El mejor aliciente que tiene este nuevo episodio en la saga es que al inicio te hacen un resumen en breves momentos de todas las películas anteriores (bueno, menos la precuela, que se ve que esa no cuenta) lo que la acerca aún más a ese parecido de serial que he citado. A partir de ahi no hay nada más que una repetición de lo ya visto antes, sin novedades dignas de mención y más bien mostrando a las claras las carencias de una franquicia que ya no da para más. Aún así no sería de extrañar que quisieran alargar aún más la cuerda porque el barato presupuesto de estas películas (esta en particular apenas 35 millones de dólares) hace que sea una inversión facil de amortizar a menos que hubiera un descalabro total en todo el mundo.