He de admitir que el género musical no es de mis preferidos, aunque sin duda ha habido excepciones con las que reconozco haber disfrutado al máximo (como el remake de Hairspray, con algunas canciones que sigo tarareando 10 años después) Aún así el hecho de que se corte el relato de una cinta para introducir un número musical no siempre me ha convencido (quizás por el abuso que de ello ha hecho la Disney, de cara en muchos casos tan solo para ganar más con la consabida banda sonora) pero decidí darle un voto de confianza a La La Land porque si tantos méritos le había visto todo el mundo, tenía curiosidad por verla (recordemos que todo apunta a que triunfará en los próximos Oscars después de haberlo hecho en los Globos de Oro llevándose siete) Pese a ello uno también se la juega porque muchas veces algunos productos enaltecidos por la crítica han resultado luego no ser para tanto bombo, y aunque en mi caso no he visto los títulos previos del director, si tuve confianza en sus dos protagonistas: Emma Stone (Gwen Stacy en los dos The Amazing Spiderman o hija de Michael Keaton en Birdman) y Ryan Gosling (notable en el duo que hizo hace unos meses con Russell Crowe en la también recomendable Dos buenos tipos)