El inicio de una conquista, el dulce preámbulo del comienzo de una relación y la consolidación de una pareja tienen a menudo como escenario la sala de algún restaurante. Comer y amar poseen un componente lúdico, un elemento de placer que nos atrae a todos. Un juego de seducción al que es imposible resistirse si uno quiere sentirse vivo. Porque buscar el plato perfecto o el amor es no renunciar a la posibilidad de ser feliz.