Una de las películas que menos me gustó del año pasado fue el Macbeth de Justin Kurzel, con Michael Fassbender y Marion Cotillard como su duo protagonista. Creo que fue toda una cura para el insomnio, por lo que tenía curiosidad de si el siguiente proyecto de su trio principal (el director y los dos actores citados) podría mejorar el resultado, aunque fuera en una película más comercial, como ocurre en el presente caso. Pero va a ser que no.
Muchas veces he citado que una buena adaptación debería ser aquella en la que luego su espectador muestre curiosidad e interés por la base que han tomado los responsables de la misma. El ejemplo más evidente lo tengo en el Spiderman de Sam Raimi, que aunque dista de ser una obra maestra si es una excelente adaptación que logró que me animará e interesara por el personaje en particular y los comics en general. Las adaptaciones de videojuegos deberían funcionar igual, pero yo no sé si influye que no soy consumidor de ellos (es un mundo que no me llama la atención, apenas habré jugado alguna partida esporádica al Tetris o a alguna versión de Supermario) que lo que muchos celebraron al acabar con aplausos en la sala donde estaba (lo que me sorprendió), yo lo veía con progresiva indiferencia.