Lo admito: no soy aficionado de la obra de Jane Austen, se me antoja particularmente desfasada y no me atraen los vericuetos románticos de sus historias, totalmente pasadas de moda no solo para el presente siglo sino también para la actualidad. No les resto su valor (¡no osaría hacerlo!) pero ahora mismo si tuviera que leer algo de ella sería más por curiosidad arqueológica que por interés literario. Por eso cuando me leí en su momento la obra en la que está basada esta película ya indiqué que era una mezcla (a lo sumo) correcta, sin más pretensiones que la curiosidad de lo que planteaba, aunque ya entonces tengo que admitir que me costó un esfuerzo finalizar su lectura (algo que ya me fue imposible con otra posterior: Sentido y sensibilidad y monstruos marinos, que seguía el mismo estilo de “mezcla rara” con otra obra de la misma autora)
El autor de esta novela (o mejor dicho, el de los insertos zombis en la obra de Jane Austen) es Seth Grahame-Smith, quien dos años más tarde de la primera insistió en este tipo de crossovers con Abraham Lincoln Cazador de vampiros, una entretenida novela que yo siempre he defendido frente a una poco afortunada adaptación, siendo ambas de 2012. Y es que el citado autor tuvo más suerte a la hora de vender y ver la adaptación de la segunda de sus novelas que la primera (la que aqui nos ocupa), que fue dando tumbos y creando infinidad de rumores durante más de un lustro tras la idea inicial de que la protagonista de la película iba a ser Natalie Portman.