Los tiburones y los exorcismos no tienen mucho en común que digamos pero en cuanto a sus mejores películas si coincide que ambos han tenido títulos míticos que marcaron cátedra para luego llegar una infinidad de films con dichos elementos que a lo sumo se los podía etiquetar como correctos, pero que circulaban una y otra vez por los mismos terrenos. Es evidente, pero por si acaso lo digo, que los films fundamentales de ambos elementos fueron el Tiburón de Steven Spielberg y El exorcista de William Friedkin, por lo que centrándose en la presente cinta cabe indicar ya de entrada que se queda lejos tanto del mítico título citado como del previsible entretenimiento que podía haber sido, debido a la evidente falta de carnaza en una película que la pedía a gritos.