Desde que triunfó hace una década con Venganza (Taken) la carrera de Liam Neeson le ha llevado a ser cabeza de cartel en multitud de títulos donde ejercía de maduro héroe de acción, de entre los cuales llama la atención su amigable relación con el director catalán Jaume Collet-Serra, que los ha llevado a que ambos hayan coincidido en Sin identidad, Non-Stop (sin escalas) y Una noche para sobrevivir, a la que se suma ahora esta El pasajero (The commuter) como su cuarta colaboración en común. Quien esté al tanto de la citada trayectoria de Neeson, que aqui vuelve a coincidir con el director con el que más ha trabajado en estos últimos años, no les causará asombro el hecho de encontrar en este caso un producto solvente orquestado para que se luzca su protagonista, que vendría a ser casi como uno de los trabajos previos de estos dos (Non-Stop) pero cambiando del escenario aéreo de un avión al de un tren suburbano.
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El fundador
Ya me pasó con el anterior film que ví de este director (Al encuentro de Mr.Banks) y me ha vuelto a pasar con este, coincidiendo ambos en su condición de biopic: son títulos amenos y entretenidos pero sobre los cuales te queda la sensación de que las historias tratadas podrían haber dado más de si, quedándose tan solo en un resultado final que más o menos cuenta lo que tiene que contar con la relativa verdad que uno quiera suponer en la historia (en el caso del título antes indicado era evidente al no mostrar los detalles menos agradables de Disney mientras que aqui consigue que sintamos empatía hacia un personaje que en si no inventó nada, si no que cogió la idea de otros y la amplió mucho más allá de lo que hubieran imaginado sus creadores)
Es un tema muy recurrente el recelar de la buena calidad de lo que se vende en lugares como en este caso sería la cadena de restaurantes McDonalds, pero más allá de que cada cual tenga su propio dictamen acerca del tema, resulta curioso ver como esta película nos plantea lo que en origen era un negocio familiar, donde primaba la calidad por encima de la cantidad (aunque esta última se veía beneficiada por la velocidad en el servicio) y que se convirtió en la famosa marca que es hoy en día por la visión de futuro que tuvo el personaje encarnado por Michael Keaton, un corriente comercial que se ganaba la vida como buenamente podía a mediados del pasado siglo, y que cuando conoció a los hermanos McDonalds enseguida se dió cuenta que ahi había un gran negocio a explotar, y que sería él quien lo hiciera.
Expediente Warren: El caso Enfield
Admito que no soy perfecto (nadie lo es) y que quizás en ocasiones he dejado pasar buenas películas por la típica selección que uno hace con los estrenos de la cartelera (verlo todo es abusivo y uno escoge bajo sus propios criterios) Eso me ocurrió hace tres años con Expediente Warren: The Conjuring, que luego pude recuperar en un pase cuando la emitieron por televisión, admitiendo (y ya es extraño teniendo en cuenta que uno ha visto casi de todo en lo referente a sustos) que era una película de terror realmente inquietante. Su éxito ha propiciado esta secuela, que pese a todo se puede disfrutar sin problemas en caso de que no se haya visto el film precedente, si bien tiene el handicap de una mayor duración.
No quiero sugerir que sea peor por ser más extensa (tampoco mucho, de 1 hora 52 minutos pasamos a 2 horas 14 minutos), pero el terror (al igual que la comedia) suele funcionar mejor en pequeñas dosis, por lo que la insistencia sobre un mismo concepto puede restar importancia al mismo (¿cuantas películas no hemos visto donde la sorpresa inicial se diluye si se abusa durante el resto del metraje de la misma?) Pero por suerte eso no ocurre en este caso, y aunque tampoco estemos ante un título que invente nada nuevo, como le pasaba a la precedente, si es digna de mérito la labor a la hora de desarrollar momentos tensos y angustiosos que consigan mantener atento al espectador.
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