En la década de los setenta fue cuando empezó a tener más relevancia la figura del justiciero urbano, siendo uno de sus ejemplos más notorios el personaje de Punisher (el Castigador) de los comics Marvel, el cual ha gozado de tres películas y una serie. También en aquella década fue cuando este estilo de personaje quedó marcado para bastantes con los rasgos de Charles Bronson, justiciero emblemático que además de en la original (que es la que genera el presente remake) tuvo hasta cuatro secuelas. He de admitir que tengo un vago recuerdo de algunas de las mismas, cuando las disfruté siendo pequeño en sus pases televisivos, pero como el recurso del justiciero urbano siempre ha tenido su público, lo que Bronson se puede decir que “comenzó” lo han seguido a través de las décadas múltiples ejemplos más, siendo uno de los más recientes el Bryan Mills encarnado por Liam Neeson en la trilogia de Venganza (y luego aprovechado por el citado actor en otros títulos con premisas más o menos similares)
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Ready Player One
Previsor que soy, hace ya unos meses que me leí la novela homónima de Ernest Cline en la que está basada esta película de Steven Spielberg, la cual ya me era previsible que estaría bien plagada de referencias a la cultura popular de los años ochenta y noventa, de las cuales también se pueden encontrar en la obra literaria, con especial notoriedad hacia las de los videojuegos de aquellos años. Con semejantes características y siendo el director de la película alguien de la talla de Steven Spielberg (sinónimo del más puro cine de entretenimiento de aquellos años), las expectativas eran considerables sobretodo tras el resbalón que tuvo con Mi amigo el gigante, su apuesta previa hacia el cine más comercial, la cual se resolvió por debajo de lo esperado tanto a nivel de crítica como de público.
Tomb Raider (2018)
Lara Croft es un personaje tan emblemático de los videojuegos como lo podría ser Super Mario o lo que en sus orígenes fue Pac Man; se trata de nombres tan asociados a su origen que aunque no se hubiese jugado mucho (o nada) con ellos, lo más básico para conocerlos es ya de cultura popular. En este caso parte con la ¿ventaja? de las dos entregas previas con este personaje que encarnó Angelina Jolie en 2001 y 2003, de las cuales en el mejor de los casos se puede decir que serían más o menos entretenidas, aunque en ninguna de las dos cintas se pueden encontrar los méritos para poder decir que sean algo digno de recordar más allá de la citada intérprete, que marcó el rostro de la protagonista para muchos espectadores (al menos en mi caso si tuviera que asociar al personaje con un rostro sería el de la Jolie, por más que el recuerdo de esos films queda ya difuso en el tiempo)
Gorrión Rojo
Tengo que admitir que la más directa comparación que se me pasó por la mente mientras veía esta película (e incluso cuando la acabé) fue la de Atómica, con la que compartiría la trama de espionaje y la belleza (y solvencia) de la actriz protagonista, si bien en este caso con menos acción aunque no por ello menos emoción (la primera vez que miré el reloj fue casi a las dos horas) Si aquel film estaba más o menos basado en una novela gráfica, esta Gorrión Rojo lo está de la obra literaria del mismo título firmada por Jason Matthews, un exoficial de la CIA, que no he leído en el momento de realizar esta crítica, por lo que la misma se centra tan solo en una valoración de este film, sin entrar en lo más o menos fiel que sea a la novela original.
Black Panther
En la tercera película dedicada al Capitán América había dos “nuevos” héroes que se presentaron al público: por un lado el nuevo Spider-Man de Tom Holland que ya ha tenido su película, y luego un inédito (hasta aquel momento) Black Panther, que tiene aqui la película en solitario que… ¿se merece? Tengo que admitir que este personaje es, junto con Luke Cage (al menos para quien escribe esto), el superhéroe negro más conocido del universo Marvel, pero ninguno de ellos se puede decir que hayan estado nunca entre los más populares, por lo que si Cage acabó como serie en NetFlix… ¿que tenía el otro para que se mereciera una película, cuando tampoco es ni mucho menos de los principales? Ya sé que tuvo el fallido título con Ben Affleck, pero antes hubiera preferido una acertada aproximación a Daredevil (si bien no me quejo de su serie en NetFlix, la mejor de Marvel que tiene esa compañia) y es que hay otros como el antes citado Spider-Man que de seis películas que tiene ya ha vivido tres orígenes diferentes. Pero bueno, asumiremos que ese si es de los principales y de los más populares…
Entonces es cuando me planteo que mi afición por el arácnido de Marvel vino porque la primera cinta de Sam Raimi con ese personaje creo que fue una adaptación tan notable (siempre estará ese atuendo de Duende Verde que parece un Power Ranger, que aún es dificil de admitir) que fue la que me abrió las puertas a su muy extenso y amplio universo. Y es que si uno va a ver la adaptación de algo, se puede decir que acierta la misma si levanta en el espectador interés hacia lo adaptado. Ese es el caso de Black Panther, un superhéroe que hasta ahora para mi era de los secundarios, que había leído alguna cosa suya cuando asomaba la cabeza por las colecciones de algunos de los superhéroes que me gustan más (por lo que digamos que de él conocía poco menos que lo básico), y del que lo más reseñable que recordaba suyo era aquel tomo dibujado por John Romita Jr. que me leí hace ya bastantes años. En la antes citada Capitán América Civil War este Black Panther hizo una modélica presentación, pero la misma se confirma con esta película suya en solitario que no es ni de lejos la mejor película del universo cinematográfico Marvel, pero que sin duda se puede situar entre las mejores.
La forma del agua
Tengo que admitir que hacía bastante tiempo que no esperaba una película con las ganas con las que he esperado este más reciente film de Guillermo del Toro, que en estos últimos meses ha recogido un montón de alabanzas y premios, que no serán los últimos siendo candidata a trece Oscars (es el título más nominado de esta 90ª edición) Aún así cuando alguna película recibe una gran cantidad de beneplácitos por todas partes, se le levanta a uno la suspicacia, ya que tantas alabanzas pueden hacer que el resultado global se antoje exagerado (si luego una vez vista la cosa no es para tanto) o que parezca justo (lo cual, seamos sinceros, no es algo tan habitual) por lo que en estos casos nadie es mejor crítico que uno mismo, sin entrar en lo que la temporada de premios ensalze.