En la continua búsqueda de nuevas modas que atraigan al público a las salas de cine, hace unos pocos años surgió la de las distopias juveniles basadas en novelas, cuyo ejemplo más emblemático sería Los juegos del hambre, que se materializó en cuatro películas (aunque fuera una trilogia literaria la última entrega, Sinsajo, se dividió en dos films, con la evidente búsqueda de hacer la jugada más rentable) A raiz de su gran éxito se llevó a cabo la saga Divergente, pero esta con peor suerte en la taquilla de forma que su culminación se supone que será en una serie de televisión (si es que al final llega a materializarse) Sin contar otras que se quedaron por el camino (como La quinta ola) la siguiente en un estilo más o menos similar sería El corredor del laberinto, que estrenó una primera entrega entretenida y una segunda ya no tanto.
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El pasajero (The commuter)
Desde que triunfó hace una década con Venganza (Taken) la carrera de Liam Neeson le ha llevado a ser cabeza de cartel en multitud de títulos donde ejercía de maduro héroe de acción, de entre los cuales llama la atención su amigable relación con el director catalán Jaume Collet-Serra, que los ha llevado a que ambos hayan coincidido en Sin identidad, Non-Stop (sin escalas) y Una noche para sobrevivir, a la que se suma ahora esta El pasajero (The commuter) como su cuarta colaboración en común. Quien esté al tanto de la citada trayectoria de Neeson, que aqui vuelve a coincidir con el director con el que más ha trabajado en estos últimos años, no les causará asombro el hecho de encontrar en este caso un producto solvente orquestado para que se luzca su protagonista, que vendría a ser casi como uno de los trabajos previos de estos dos (Non-Stop) pero cambiando del escenario aéreo de un avión al de un tren suburbano.
Ferdinand
Esta no pasaría de ser una película de animación más si no fuera porque enseguida me llamó la atención cuando me enteré de que hasta Franco la consideró anti-española. En mi caso tengo que admitir que estoy en contra de esa “supuesta” Fiesta Nacional que son las corridas de toros, por lo que al enterarme enseguida llamó mi atención. De todas maneras permitirme poneros en antecedentes: La historia de Ferdinando es una obra infantil de Munro Leaf que fue publicada en 1936. La misma llamó la atención incluso del famoso Walt Disney que realizó un par de años después un corto de animación que la adaptaba, el cual ganó el Oscar en dicha categoria en 1939. Hasta aqui sería todo normal y corriente, pero en la época en que vieron la luz tanto la historia original como su primera adaptación el mundo estaba revuelto por culpa del tristemente conocido Adolf Hitler en Alemania y de ese aún no olvidado Francisco Franco en España.
Jumanji: Bienvenidos a la jungla
No resulta extraño en estos últimos tiempos que se estrenen supuestas secuelas, remakes o reboots que llegan a la cartelera muchos años (e incluso en algún caso décadas) más tarde del film inaugural. Ejemplos puede haber muchos, aunque uno de los más recientes que tenemos es el de Blade Runner 2049: una secuela que vió la luz nada menos que 35 años después de la original. Atreverse, cuando ha transcurrido una cantidad de tiempo razonable, con un título considerado más o menos emblemático suele comportar un alto riesgo (y si no que se le digan a los responsables de la versión femenina de Cazafantasmas estrenada el pasado 2016, siendo un título entretenido pero que no se libró de un duro castigo en la taquilla debido justamente a lo emblemático del film original, sobretodo gracias a la química entre su reparto)
El gran desmadre (Malas madres 2)
Cuando el año pasado se estrenó la cinta previa (Malas madres) la misma triunfó más en su pais de origen (Estados Unidos) que en el resto del mundo, donde tuvo una trayectoria más discreta (de hecho en España tuvo una repercusión más bien mínima) Pero animados por el éxito en taquilla (aunque fuera más bien local) y sin que importe la calidad, se han animado con esta secuela que se estrena justo al año siguiente. La misma lleva por título El gran desmadre (Malas madres 2), y decidí probar suerte con ella ya que la cinta previa, sin tampoco ser ninguna maravilla, me resultó lo justo de entretenida como para concederle la misma oportunidad a su presente continuación.
Coco
A principios del 2015 se estrenó una película de animación titulada El libro de la vida que tuvo un nivel de éxito más bien escueto (recaudó a nivel mundial más o menos el doble de su presupuesto), aunque fue bien recibida entre cierto sector de la crítica (en el cual me incluyo) Producida por Guillermo del Toro, el citado film nos acercaba a una festividad tan tradicional como es el Día de los Muertos en Mexico desde un punto de vista optimista en una historia tan vibrante como brillante que en su momento llegué a premiar como la mayor sorpresa de aquel 2015. Por eso tengo que admitir que esta 19ª producción de la factoria Pixar venía con las evidentes expectativas comparativas con la antes mencionada El libro de la vida (¿sería “más de lo mismo” o tendría algún toque original?) a lo que añadir la tendencia actual en la compañia del flexo para sacar réditos (o sea, ingresos) de fórmulas conocidas que no arriesgarse con nuevas propuestas (claro ejemplo de lo cual es la serie de secuelas de algunos de sus títulos más populares en los que están ahora enfrascados)