Ha acabado Smallville, la serie de televisión que durante una década (¡que se dice pronto! ¿a cuantas no les gustaría durar tanto?) nos ha mostrado el camino que llevó a Clark Kent ser Superman. Con un final que ha quedado a la altura de mis expectativas (de hecho incluso lo imaginaba más flojillo, no en vano en televisión no se mueven los mismos presupuestos que en cine) voy a hacer una pequeña valoración de la serie personaje por personaje, aprovechando la Simpsonización de los mismos que se ha hecho en el blog Springfield Punx.
Pero empecemos citando como conocí yo la serie: fue en el verano del 2003, cuando TVE estrenó las dos primeras temporadas en horario de prime-time (algo de lo que luego nunca volvió a disfrutar) En aquellas fechas tenía reciente mi reafición al mundo de los comics (ocurrida en el verano del 2002 con el Spiderman de Sam Raimi), y como había empezado por el apartado de superhéroes, encontrarme una serie como esta me entusiasmó, ya que si bien las características de Superman como personaje lo alejan del tipo de héroes que estan entre mis preferidos, esa manera de mostrarlo de manera más humana enseguida me congració con la serie (unido además al típico amor imposible que representaba la entonces novedosa Lana Lang… un amor imposible que todos en nuestra vida habremos sentido por alguien) Con posterioridad la serie tuvo horarios dispares que me impidieron seguirla, aunque el pasado 2010 conseguí recuperar las temporadas de la tercera a la octava gracias al buen horario que tenía la serie en el canal Clan de la TDT, y si eso fue por primavera, en septiembre disfruté de la novena temporada, lo cual me dejó el camino abierto para seguir la décima directamente en versión original, que es lo que he hecho.
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