El octavo film de Quentin Tarantino es de nuevo un western, pero si en su anterior trabajo (Django desencadenado) el espíritu de dicho título estaba más encaminado al homenaje del spaguetti-western, con Los odiosos ocho Tarantino se sumerge en los parámetros del western clásico, pero siempre desde su particular punto de vista. Por ello no es dificil no solo ver elementos clásicos en las películas de este director, sino que además (algo que para mi era previsible, pero que solventa con creces) jugar con la intriga y el suspense en un estilo 10 negritos de Agatha Christie al coger a los ocho personajes del relato y dejarlos atrapados en una parada de diligencias durante una intensa tormenta de nieve.
El opresivo ambiente en el que transcurre gran parte del relato hace de Los odiosos ocho un western ante todo teatral, pero mientras que en ocasiones llevar ese estilo al cine puede aburrir hasta a las piedras, en este caso no ocurre así gracias (lo primero de todo) a un gran guión de Tarantino, muy pulido y elaborado, al que se suman unos muy buenos actores y una magnífica banda sonora a cargo de Ennio Morricone. La citada teatralidad se puede decir que se ratifica en los capítulos en los que está dividida la película, en donde el inicio y final de cada uno de ellos sería como cuando cierran y abren el telón.