La saga Transformers se ha caracterizado por ir poco a poco a peor, sobretodo por ser paulatinamente más apabullante (en el peor de los sentidos), provocando que cuanto mayor era el exceso, menor era el interés de la audiencia. A ese progresivo declive supongo que habrá influido el haber dejado las cinco películas (hasta la fecha) en manos de Michael Bay, un director no precisamente muy sutil y amigo de los excesos visuales (algo evidente en esta saga), lo que finalmente se ha vuelto en su contra, con unos resultados cada vez inferiores en cuanto a la taquilla. A unas películas que siendo muy magnánimos uno podría tildar tan solo de “toscos” entretenimientos, Bay las dilataba más allá de las dos horas de duración, lo que para el espectador equivalía más a una prueba de aguante que a un verdadero disfrute.
Pero como los números siguen cuadrando (en el sentido de que siguen lo suficientemente rentables) ahora se ha decidido hacer un spin-off de uno de los robots más populares del grupo (ese Bumblebee que da título a esta película) cambiando también en la silla del director al ya muy cansino Bay por Travis Knight. El resultado se nota sin ninguna duda bastante mejor, siempre asumiendo el tipo de film que es, pero lejos de los excesos del resto de entregas y teniendo como primordial objetivo el entretener al espectador sin agobiarlo ni marearlo (pese a que la mano de Bay como productor se hace evidente, parece que ha prevalecido la del también productor Spielberg, con el claro objetivo de realizar una película más familiar)