Más que por “tranquilo” el “A quiet place” original sería Un lugar en silencio, siendo justamente eso (el SILENCIO como hecho primordial) una de las claves principales de una película pequeña en esencia pero grande en resultados. La historia se centra en otro mundo apocalíptico más, que en principio no tendría ningún tipo de aliciente que lo hiciera llamativo, pero John Krasinski (aqui tanto director como protagonista masculino) nunca nos explica las causas, aunque más o menos quedan sugeridas a medida que el relato avanza, siendo la mayor novedad ese silencio antes citado, ya que las criaturas que los amenazan atacan sin piedad a CUALQUIER sonido más o menos fuerte, lo que provoca a la familia protagonista el vivir en un mutismo casi total.
No es hasta que no lo analizas cuando te das cuenta del montón de ruido que un ser humano llega a provocar, por lo que imaginaros una situación como la planteada. En este caso se trata de una familia numerosa, con el citado Krasinski como padre de la misma y Emily Blunt como esposa (algo en lo que coincide en la vida real) a lo que añadir sus tres retoños, entre los cuales la hermana mayor cobra un especial protagonismo al ser sorda y tener un audífono que no acaba de funcionar bien, lo que lleva a que en ocasiones no sepa que sucede a su alrededor o el ruido que hace ella misma, con el evidente peligro que eso conlleva.