Cuando uno habla de Disney se suele pensar en sus múltiples relatos de princesas, o sino en lo que nos ofrecen desde Pixar, pero no todo es más de lo mismo y hay también espacio para todo tipo de ideas en ese sello, como viene a demostrar esta notable Zootrópolis. El punto del que parte es muy sencillo: lo mismo que se ha ha imaginado un mundo solo de robots (o con bichos, o con coches, o con juguetes,… ante todo variedad) este film nos muestra un mundo de animales, lo cual tampoco es que fuera una especial novedad, si no fuera por la evolución de los mismos.
Casi desde sus inicios la animación en cine se ha nutrido de fábulas con animales antropomórficos que adoptaban actitudes humanas, pero dichos relatos siempre solian tener una ambientación retro, algo que no sucede aqui, ya que estamos ante una historia contemporanea, lo cual se hace evidente en (por ejemplo) el uso de dispositivos móviles, fiel reflejo de la vida misma. Pero el eje por el que se mueve su punto de partida es que Zootrópolis (con diferentes hábitats como la lujosa Sahara Square y la gélida Tundratown) es la capital de un mundo en el que todos los animales viven en paz y armonia, sean depredadores o presas, de tal manera que todos pueden llegar a ser lo que quieran… aunque ya veremos que con matices.