http://www.youtube.com/watch?v=9EZHGKtzeCU
En el siglo XIII sucedieron frecuentes asedios a fortalezas como el que se relata en la historia de Templario. En la película (se estrena el 22 de julio), podremos ver una recreación del asedio al castillo de Rochester, un hecho histórico que permitió la vigencia de la Carta Magna en Inglaterra. En un mundo oscuro y fragmentado, las fortalezas jugaban un papel crucial en la defensa de los territorios. Estas moles de piedra estaban especialmente pensadas para resistir las acometidas de grandes ejércitos con muy pocos hombres. Gozaban de una serie de elementos que les proporcionaban ventajas tácticas frente a los ejércitos enemigos:
– La muralla. La más evidente. Coronada por almenas, suponía un lugar privilegiado desde el que los arqueros podían repeler a las tropas atacantes. Si los atacantes lograban escalar las murallas, frecuentemente se les arrojaba aceite hirviendo además de flechas e incluso rocas del propio castillo.
– El foso. En ocasiones la entrada a la fortaleza estaba rodeada por un foso, una profunda trinchera llena de agua que impedía a los atacantes alcanzar la muralla.
– El portón. Único punto visible de acceso a la fortaleza, se aseguraba con un pesado enrejado llamado rastrillo para evitar el acceso al enemigo.
– La Torre del Homenaje. La más grande de todas las torres y último bastión del señor del castillo. Se trataba de la última estructura defensiva si los atacantes lograban acceder al patio de la fortaleza.
Por su parte las tropas de asedio disponían de multitud de recursos para conquistar las fortalezas. El primero y más evidente era el tiempo, ya que los asediados disponía de recursos limitados y la escasez podía hacerles huir o rendirse ante el fantasma del hambre. Estas son las máquinas de guerra que los ejércitos de la Edad Media empleaban para conquistar las fortalezas:
– El ariete. Consistía en un pesado tronco usado para romper las puertas de acceso a la fortificación. Había muchas clases, podía estar manejado directamente por soldados o sujeto a cuerdas.
– La catapulta. Muy eficaz para derribar los muros de las fortificaciones. La utilizada en la Edad Media se llamaba trabuquete y consistía en un contrapeso basculante que arrojaba proyectiles con gran fuerza. En muchas ocasiones en lugar de rocas o proyectiles de fuego se arrojaban cadáveres infectados por la peste. Hay constancia de que incluso en algunos casos se “devolvieron” mensajeros de los asediados por este método.
– La torre de asedio. Se trataba de enormes torres con ruedas que perseguían acceder a las murallas de la fortaleza. Era uno de los últimos recursos de asedio debido a la gran cantidad de recursos que requería su construcción. Se reducía su vulnerabilidad al fuego cubriéndolas de pieles animales mojadas. A la fuerza que encabezaba el asalto a las murallas desde la torre se la llamaba la “vana esperanza” debido al gran número de bajas que sufría.
– La mina. Con el objeto de derribar los muros de la fortificación, los zapadores atacantes excavaban túneles bajo ellas para derribar los cimientos y así conseguir un paso para sus tropas.
Pese a todos estos ingeniosos artilugios, la primera medida que se tomaba a la hora de realizar un asedio era la negociación, ya que el sitio a una fortaleza suponía una empresa extremadamente costosa. Ante la negativa de los sitiados, lo más común era rodear el castillo y esperar a que los ocupantes muriesen de hambre o se rindiesen. Pero en muchas ocasiones la tenacidad, el ingenio y la obstinación de los asediados dieron muchos quebraderos de cabeza a sus atacantes, como en el caso de Templario, que recrea el asedio real por parte del infame rey Juan Sin Tierra al Castillo de Rochester en 1215.
http://www.youtube.com/watch?v=MNwk85QOn0o