Entre machacas y becarios

Train to Busan

Chacal

Es algo inherente a las modas que si algo tiene éxito, será exprimido de todas las maneras posibles para sacar hasta el último beneficio (no creo que sean necesarios ejemplos porque hay evidente multitud de ellos si nos atenemos tan solo al cine) En el género del terror es donde son más evidentes, ya que en pasadas décadas muchos han sido los títulos con infinidad de secuelas de calidad paulatinamente inferior que reiteraban una y otra vez sobre los mismos conceptos (siendo los asesinos en serie los que creo que se llevaban la palma) Ahora mismo ese caso sucedería con los zombis, que de unos años a esta parte se han hecho presentes en multitud de títulos: The walking dead, Rec, Zombieland, Resident Evil, Guerra Mundial Z y tantas otras que han surgido a raiz de estas, a lo que sumar las mismas secuelas que hay de algunas de las mencionadas.

Al final da la sensación de agotamiento, pasando una cosa similar como con los vampiros (de los que ya se ha escrito, visto, rodado y leido tanto que ya la novedad brilla por su ausencia) por lo que la primera impresión de cualquier proyecto es que tampoco vaya a ser muy innovador, porque ya hay tantos ejemplos de apocalipsis con muertos vivientes como para parar un tren. Pero aunque no pretendía ser irónico con mi comentario (¿o quizás si?) mira tú por donde que ha sido un tren con zombis una de las mayores sorpresas que me he llevado en este género ya tan manido, aunque en el fondo tampoco invente nada que no se hubiera visto antes.

¿Que tiene la película surcoreana Train to Busan para convencer como lo hace? Pues para mi sorpresa su ritmo, que se mantiene bastante constante durante sus casi dos horas de metraje, aunque sean también evidentes los tópicos con los que juega (primero en los propios personajes y luego en los veloces zombis, que pueden recordar a los vistos en Guerra Mundial Z) Pero lo digo de verdad, NO IMPORTA: tras la breve presentación pronto el director nos mete en situación, colocando a toda una pléyade de arquetípicos personajes apenas esbozados (tampoco es necesario más) en un tren con destino a la ciudad de Busan, justo momentos después de que estalle un apocalipsis zombi. Si tantos y tantos de los ejemplos citados al principio de esta crítica nos han enseñado lo dura que es la supervivencia en un mundo devastado por los muertos vivientes, tan solo cabe imaginar la misma situación en el opresivo espacio reducido de un tren y ya teneis ahi el germen de una película como la presente.

Con el éxito que ha logrado en su pais de origen no me extraña que se hayan hecho con los derechos para llevar a cabo un remake, pero ya veremos que pasa con él porque todos conocen la moda que hubo hace unos años de remakes de films de terror nipones, la cual se saldó (salvo casos excepcionales) con resultados poco satisfactorios. A priori no deberían de fallar si, al igual que ocurre aqui, plantean una crítica a nuestra sociedad con unos personajes que en su variedad representarian todos los estratos de la misma (hay que admitir, sin tampoco llegar a ser una maravilla, la solvencia de todo el reparto de esta película), dejando claro como las personas pueden llegar a deshumanizarse ante un desastre, hasta el punto de llegar a ser más desaprensivos que los mismos zombis (un mensaje ya conocido pero aqui bien expuesto)

Aún así hay ciertos momentos en el adrenalítico devenir de Train to Busan que resultan un tanto forzados, incluso para lo que nos está planteando (como la huida a través de los maleteros superiores de los vagones, que además se supone que se ha de hacer en breves minutos mientras el tren pasa por un tunel) aparte de que el tramo final peca de ciertos errores de coherencia (la infección de ciertos personajes durante el mismo es más paulatina sin motivo aparente) así como un cúmulo de casualidades algo excesivo (que tienen su cenit en el momento final en el tunel) Pese a ello hay que reconocer que Train to Busan mezcla con acierto sus ingredientes, ofreciendo un estupendo entretenimiento que pese a circular por terrenos comunes al género (es el peaje a pagar) ofrece una visión diferente a algo en lo que creiamos que ya habiamos visto (casi) de todo.

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