FICHA TÉCNICA
Título: Underworld: El despertar
Título original: Underworld Awakening
Dirección: Måns Mårlind, Björn Stein
País: Estados Unidos
Año: 2012
Fecha de estreno: 27/01/2012
Duración: 88 min.
Género: Acción, Terror, Fantástico
Calificación: No recomendada para menores de 12 años
Reparto: Kate Beckinsale, Scott Speedman, Charles Dance, Michael Ealy, Kristen Holden-Ried, India Eisley, Stephen Rea, Sandrine Holt, Theo James, Richard Cetrone
Guión: J. Michael Straczynski
Distribuidora: Sony Pictures
Productora: Screen Gems, Lakeshore Entertainment, UW4 Productions
SINOPSIS
Después de pasar los últimos 12 años en coma, Selene (Kate Beckinsale) despierta y descubre que tiene una hija adolescente portadora de genes de licántropo y de vampiro. Al tiempo que se ocupa de ella, Selene tendrá que luchar contra los seres humanos que quieren exterminar toda esta raza de monstruos. El mensaje que lanzan los humanos es evidente: hay que matar a todos los licántropos y a todos los vampiros. Y eso incluye a aquellos individuos que comparten genes de ambas especies. Cueste lo que cueste.
CRÍTICA
El siempre eterno campo de las continuaciones tiene tanta variedad (precuelas, secuelas, spin-offs, reboots,…) que dentro de ellas se podría añadir otra en referencia a los “retornos”. Con esto me vengo a referir a actores que debido a no tener en pantalla el éxito esperado, han de volver a la saga que les dió la fama, porque aunque sea un simple trabajo alimenticio quieren seguir estando entre la élite (y todos sabemos que esa élite no se mueve por calidad, si no por el simple y llano dinero: tanto recaudas, tanto vales) De ejemplos de lo anterior el más conocido y reciente fue el de Vin Diesel retornando a la saga The fast and the furious, al que ahora cabría sumar el de Kate Beckinsale como Selene en una cuarta entrega de Underworld.
Si ya de por si hay ese dicho que reza “segundas partes nunca fueron buenas” (aunque hay excepciones) mantener el nivel en una tercera entrega de una franquicia se antoja algo sólo al alcance de unos pocos, por lo que un cuarto título corre serio peligro de ser masacrado por la crítica e ignorado por el público. Pero para fortuna de los responsables, con Underworld 4: El despertar han caido en lo primero, pero parece que se salvan en lo segundo.
Recordemos que esta saga comenzó en 2003 con un film que mezclando las estéticas de Matrix y Blade conseguía un sorprendente entretenimiento que lucía en pantalla como una superproducción de 100 millones de dólares (pese a costar menos de 30) Tres años después llegó la primera secuela, que adolecía de novedades reseñables, por lo que sin la participación de Kate Beckinsale se estrenó en el 2009 un tercer capítulo (que en si era precuela) y en donde Rhona Mitra tenía a su cargo un personaje claro deudor del interpretado por Kate Beckinsale (de su calidad mejor no hablar para no herir susceptibilidades)
Cuando ya parecía que el filón había sido exprimido hasta la última gota ahora nos salen con este cuarto episodio, que significa el retorno de su protagonista a la saga que le ha dado mayores éxitos de taquilla. Enfundada de nuevo en un sensual traje de cuero negro (algo que han respetado siempre, no cayendo en la simplificación que tuvo el traje de Catwoman en el film con Halle Berry) nuestra protagonista dispara, salta, corre y realiza todas las piruetas que hagan falta… pero ya perdida la novedad y sin nada nuevo que contar, este cuerto episodio se nos presenta híbrido de otra famosa saga del fantástico de serie B actual. Hablo de Resident Evil.
Con un punto de partida interesante en eso de considerar a los vampiros y a los licántropos como “enfermos” a exterminar, cual si fuera esto una pandemia zombi, hace que los protagonistas se vean inmersos en una continua huida hacia ninguna parte, lo que deja las puertas abiertas a una quinta entrega que (visto el resultado en taquilla) tendremos seguro que dentro de tres años (para seguir la línea actual) El problema es que ese detalle “diferente” se queda tan solo en el planteamiento, porque todo es una sucesión de escenas de acción más o menos vistosas pero muchas veces prescindibles que sirven de mera “paja” para rellenar un film que (aun así) apenas llega a los 90 minutos.
En ese sentido no habría problema en justificar su visionado en esos “placeres culpables” que todos tenemos, con títulos o sagas que sabemos que son de calidad ínfima pero que nos hacen disfrutar como locos. El problema es que es dificil encontrar algo de placer en este cuarto episodio, porque reitera de nuevo que esto no daba ni mucho menos para una franquicia tan extensa, y aunque puede tener morbo la Beckinsale bien ceñida (que no negaré que lo tiene) los personajes son simples peleles que se mueven por escena sin emocionar en nada (atención al detalle de cuando la protagonista averigua su condición de madre: es lo mismo que si se lo dices a una piedra)
LO MEJOR: El punto de partida de considerar a los vampiros y los licántropos unos infectados, cual si esto se tratara de un virus zombi como los de sagas tipo Resident Evil (de quien también copia su estilo de acción) Y bueno, aunque tenga la expresividad de una piedra, Kate Beckinsale luce en pantalla.
LO PEOR: Que una película no llegue ni a los 90 minutos y haya momentos en que agobie es un claro indicio de la calidad de la misma. En este caso algún detalle puntual (como el citado más arriba) la salvaría del suspenso, pero lejos quedan los tiempos en que el primer film sorprendió.
EL DETALLE: Si la labor de Beckinsale es la ley del mínimo esfuerzo para cobrar el cheque, otro tanto debe haber sido lo que le pusieron a actores como Charles Dance, Stephen Rea o un no acreditado Wes Bentley que pululan por el metraje sin llegar nunca a destacar en nada.