Entre el 17 de Julio y el 2 de Agosto de 1945 se celebró la Conferencia de Potsdam (cerca de Berlín) donde se reunieron los jefes de estado de las potencias ganadoras de la Segunda Guerra Mundial, a saber: Stalin, Truman y Churchill (luego sustiruido por Attlee). Los nazis han caído y es hora de rendir cuentas y reconstruir (o repartirse) Europa.
En este convulso panorama se sitúa este drama dirigido por el sobrevalorado Steven Soderbergh (Ocean’s eleven, Traffic). La peli es un claro homenaje al cine de los años 40 y a Casablanca: mujeres fatales, traiciones, mentiras, reencuentros, adulterios, etc.
Visualmente está rodada en blanco y negro e imitan los trucos visuales de la época. La ambientación es más que correcta, impresionante a veces. El ambiente de tensa calma entre las potencias ganadoras de la Segunda Guerra Mundial y el caos reinante en Berlín están bastante logrados.
La dirección es correcta pero… a Soderbergh le puede su ambición. Intenta crear un clásico rememorando a los films de la época dorada de Hollywood pero no tiene un guión tan bueno como los de entonces. A su historia le sobran 15 minutos, el guión se hace farragoso y al final aburre un poco. Una lástima.
No se puede crear un clásico del cine de los 40 en el 2006, por mucho que imites la forma de hacer cine de aquella época. Como mucho puedes homenajear o reírte sin complejos de tus referencias al más puro estilo Tarantino. Pero Sorderbegh no es Tarantino e intenta crear un clásico moderno en cada peli que hace. Aunque, mientras siga anclado en el pasado, lo más que nos da son remakes con éxito de taquilla (Ocean’s eleven) y pelis fallidas como la que nos ocupa.
Los actores están bastante bien, en especial Cate Blanchett que está soberbia en su papel de misteriosa mujer fatal; Tobey Maguire rompe con su imagen de chico bueno y nos presenta a un creíble canalla; George Clooney…. va mejorando, no mueve mucho la cabeza ni pone caras.