El joven Bruno, de 8 años, se traslada con sus padres y su hermana a una casa en el campo. Allí se sentirá solo y echara de menos a sus amigos.
Partiendo de una buena novela es más fácil hacer una buena película. Sigo opinando que son medios de expresión distintos pero el cine y la novela necesitan ambos la misma cosa: algo que contar. Una historia. La forma de contarlo ya es harina de otro costal. Pero sin historia no hay libro ni película posible.
Si la novela ha sido un éxito, creo que es un acierto no modificar la estructura del libro ni experimentar. La peli sigue fielmente la estructura narrativa de la novela. Obviamente, en la novela de John Boyne el niño y el lector van juntos descubriendo la verdad y atando cabos. Al traducir el texto en imágenes, el espectador se pierde inevitablemente algo del misterio y la sorpresa que experimenta el niño. El punto de vista del niño es el motor de la historia pero se pierde algo del encanto al plasmarlo en imágenes.
La película es correcta y está bien llevada. A pesar de la dificultad de adaptar el texto, han logrado que los aciertos de la novela se trasladen a la peli. El ritmo es adecuado y la dirección es correcta. Me gustó mucho el tratamiento y deasarrollo de los personajes, con pequeñas pinceladas. En especial me gustó el personaje de la hermana, su evolución es totalmente opuesta a la de su hermano. Ella se deja convencer y entra en la corriente dominante. Incluso acaba vistiendo como la chica de un poster de propaganda, algo muy típico de los adolescentes.
Es de agradecer que el film no busque descaradamente la lágrima fácil. Sobre este tema se han hecho ya muchas películas (incluyendo algunas obras maestras) y aquí han optado por la contención antes que por la emoción. Aún así, a mí casi se me escapó alguna lágrima.
Los actores cumplen, aunque los niños me gustaron bastante más que los adultos. Asa Butterfield es un bruno más que creíble y Vera Farmiga realiza un buen papel como su madre.
Un film recomendable, sobretodo para los que no hayan leído el libro.