Tras un desastroso trabajito, dos asesinos a sueldo deben desaparecer de Londres durante una temporada. Su jefe les recomienda que se escondan en la bella ciudad belga de Brujas.
Hay películas que te las venden como si fueran una comedia y cuando las ves no consigues verles la gracia por ningún lado. Esto es lo que me ha pasado con Escondidos en Brujas. Pienso que han intentado hacer una tragicomedia negra diferente pero les ha salido una peli bastante sosa. Se nota que en algunos momentos se esfuerzan por hacer reír y que pases un buen rato pero no lo consigue. Salvo en un par de ocasiones (la nota del teléfono y los americanos en la torre) ni siquiera me arrancó una sonrisa. Reconozco que miré el reloj para ver cuánto faltaba. Los chistes a costa de disminuidos físicos no me hacen gracia y el resto de las situaciones son de lo más soso cuando no sangrientas.
El guión es original pero no tiene demasiada chispa. Es muy complicado hacer un guión divertido con temas como el asesinato de inocentes y el suicidio. Esta historia en manos de Woody Allen o Billy Wilder nos podría haber dado un film divertido lleno de humor negro. El guión del dramaturgo Martin McDonagh fracasa en el intento y termina con uno de los finales menos emocionantes, a la vez que más rebuscados e inverosímiles, que recuerdo. No puedo contar nada pero los últimos 15 minutos se hacen eternos a la vez que dan vergüenza ajena.
Los actores hacen lo que pueden: Colin Farrell está fatal, siempre sobreactuando, arqueando las cejas y con cara de apenado. Ya era el peor en El sueño de Casandra pero aquí no sabe por dónde se anda. Brendan Gleeson está correcto, su papel es algo más agradecido. Ralph Fiennes tiene un papel que debería asustar pero resulta ridículo, su interpretación es histriónica y exagerada al más puro estilo Gary Oldman.
Lo mejor del film es la guía turística que nos ofrece por los monumentos de Brujas.
Aburrida.
4