1988. El encargado de un local de moda neoyorquino propiedad de la mafia esconde un secreto, viene de una familia de policías. Sin ser policía, ni querer serlo, se verá envuelto en un juego muy peligroso que pondrá en peligro la vida de todos los que le rodean.

El cine negro no es que pase por su mejor momento. Siempre se agradecen películas que intentan recuperar el género aportando algo novedoso. Sin embargo, siempre resulta que son directores veteranos como Scorsese (Infiltrados) o Brian de Palma (La dalia negra) los que siguen haciendo hoy día el mejor cine negro (igual que hace 3 décadas).

James Gray intenta y logra por momentos hacer una buena película. Pero igual que le pasa a American Gangster de Ridley Scott no aporta nada nuevo ni entusiasma especialmente. Se deja ver, está correcta, pero no engancha lo que nos esperábamos. La historia cae en ciertos tópicos y el guión tiene un desenlace un poco obvio (sabes qué va a pasar).

La ambientación en 1988 no está muy lograda, casi en ningún momento acabas de creerte que estés a finales de los 80, no basta con recrear las torres gemelas y poner música de Blondie o Bowie. Ni los peinados, ni los trajes son como los recordamos.

¿Los actores? Mark Whalberg y el impagable Robert Duvall son lo mejor del reparto, Eva Mendez sale preciosa aunque no se limita sólo a lucirse (que también lo hace). Pero Joaquim Phoenix sigue siendo bastante inexpresivo (siempre con cara de cansado) y lastra bastante la peli en su parte final.

Tiene escenas que están muy bien, la persecución de coches desde el punto de vista del protagonista (sin música, sólo con el ruido de la lluvia y los limpiaparabrisas) es de una tensión enorme. Pero luego esa tensión no se mantiene durante el resto del metraje y la peli queda un poco coja.

En definitiva, un buen intento, una película irregular.

5,5