Mao Tse Tung brinda con su enemigo el nacionalista Chiang Kai-shek en 1945 al final de la Segunda Guerra Mundial. Los comunistas y los nacionalistas chinos decidieron interrumpir la guerra civil en la que se hallaban inmersos, para detener juntos la ocupación japonesa en su país. Después del revuelto de hongos en suelo japo, en China no hubo perdices en el menú del día, pero sí unas cuantas fábricas de productos occidentales; al proclamarse la República Popular China, Chiang Kai-shek –que contaba con la bendición de Stalin- tuvo que refugiarse en la isla de Taiwán, y la gobernó autoritariamente hasta su muerte en 1975 para ser sucedido por su hijo.
Es un momento curioso del Sr. Verde.