Valladolid, 14 de abril de 2009, 23:01, 5ºC.
Bloqueo mental. Me pongo delante del portátil, ese cacharrito que tanto me gusta, y con el que tan buenos ratos he pasado con vosotros, y nada. No consigo escribir ni una sola palabra.
Pongo los dedos en las teclas, a ver si su tacto me inspira. Pero no, hoy no. Otro día será. Y pasa un día, y otro, y otro, y el suave tacto de las teclas no me inspira. Decido dejarlo. El portátil me lanza obscenos guiños metálicos con su tapa desde la mesa, me pide que le toque, que esté con él. Pero hoy no puede ser.
Quiero escribir, y lo intento, pero me salen frases de 3 palabras y sin verbo. ¿Dónde voy yo con esto? me pregunto, y mi propio Pepito Grillo me contestá, muy borde, que a ninguna parte, que con esa mierda no transmito nada.
Paro. Fumo un cigarro tras otro intentando que vuelvan las musas, pero está el trabajo jodido y se han ido con una ETT a ver si consiguen curro, que conmigo está difícil. Vuelvo a empezar, paro y empiezo, y no me encuentro el botón del reset, ¿estará en el ombligo? pruebo, pero no, ahí tampoco está.
Empiezo a rayarme, no quiero ni acercarme al ordenador, le veo triste y falto de actividad, le sacaré a correr para que se desfogue, como si de un perro se tratara. ¿Y si lo cruzo con una PDA? a lo mejor estaría más contento y desfogado.
Me digo a mí misma “niña, déjate de paranoias y escribe algo de una santísima vez, que se te van a atrofiar los dedos”, pero ni autocastigándome sin postre lo consigo.
Me dicen que me de un baño caliente, que me ponga música suavecita, que salga a correr, que me ponga música a tope, no sé, tanta contradicción me bloquea más.
Me cojo un autobús, me pongo Extremoduro a tope, y, al llegar a cierta parte de cierta canción, noto cómo mi bloqueo empieza a irse, muy lentamente. Dices que a veces no comprendes que dice mi voz, y es cierto, Robe, qué razón tienes, hay días que quiero decir las cosas y no me sale. Días como estos, seguiré escuchándote.
¿Bloqueo mental? No lo sé, me voy a escuchar a Robe.