Entre finales de los ochenta y principios de los noventa la Disney logró un nuevo renacer con una serie de títulos de animación que no solo gozaron del beneplácito del público sino que también del de la crítica, siendo el más emblemático de ellos el de La bella y la bestia en 1991, que logró incluso ser la única película de animación nominada al Oscar a mejor película (antes de que la animación tuviera su propio galardón en dichos premios) Con el resurgimiento que ha habido de títulos que reinterpretan cuentos clásicos en acción real que se inició con la Alicia en el Pais de las Maravillas de Tim Burton ya se realizó una nueva versión francoalemana de la presente historia que se estrenó en 2014, pero que tan solo hacia añorar el film original de Disney. Ahora son ellos mismos los que llevan a cabo un remake con un llamativo plantel actoral al frente del cual situan a una Emma Watson que encarrila su carrera tras ser la Hermione Granger de la franquicia Harry Potter.
La citada moda de volver a contar las mismas historias tan solo que con pequeños retoques ha tenido resultados dispares, pero la misma le está resultando rentable a la Disney al apoyarse en la nostalgia de su amplio catálogo de clásicos animados, y que el año pasado obtuvo buenos resultados con la nueva versión de El libro de la selva, que incluso logró un merecido Oscar a los mejores efectos visuales. En esta nueva versión de La bella y la bestia hay que reconocer que lo que deslumbra visualmente sería su diseño de producción, siendo en ese aspecto muy similar al de la Cenicienta de Kenneth Branagh.