Dice un famoso refrán que “de fuera vendrán, que de tu casa te echarán” y eso parece ser el colofón final de una segunda temporada de la serie The walking dead (seguro que para alegria de muchos espectadores) que ha tenido de todo, y que aunque no consigue llegar a la calidad del comic en el cual se basa (algo dificil, al haber optado por caminos separados) al menos no es una adaptación de esas que dan vergüenza ajena (y ello pese a las múltiples licencias que se han tomado con el argumento de la adaptación gráfica, del que salvan detalles y personajes si bien no necesariamente situaciones).
Lo más claro que se puede decir de esta segunda temporada es que ha cumplido con lo esperado (al menos a mi gusto), dándonos momentos de gran calidad como por ejemplo el final del séptimo capítulo (con el que se cerró la primera mitad de la temporada) o, sin ir más lejos, el propio final de temporada (sin olvidar la angustiosa escena en la carretera con la que empezaron estos nuevos capítulos) Pero pese a esos grandes momentos, la serie ha sufrido altibajos en su ritmo, más reseñables en su primera mitad que en la segunda.
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